El título de esta entrada parece enrarecido, pero hace poco escuche a un locutor de televisión decir una frase referente y me pareció interesante repensarla desde la escuela. La frase dice más o menos así:
“…La mente pone las ideas, el corazón la emoción y el hígado el impulso para concretar el proyecto… Si estos tres eslabones no están presentes, podemos plasmar las ideas pero no concretarlas ni darles emoción, si tenemos emoción o “ganas” de concretar un proyecto pero no poseemos ideas es imposible concretarlo, y si tenemos impulso y fuerzas para llevar adelante un proyecto pero carecemos de éste por falta de ideas y emoción, fracasamos…”
La frese me permite dar pie al proyecto llevado a cabo por escuela 21, representado por Alfredo Hernando quién continúa con su viaje por el mundo en busca de escuelas innovadoras. Este educador e investigador tiene la fehaciente idea de “… mostrar que es posible construir escuelas diferentes, que hay muchas escuelas en todo el mundo que están ofreciendo un modelo educativo más activo y centrado en el alumno, que todo eso que escuchamos no es teoría, sino que está vivo y hacerlo, al mismo tiempo, gracias a un proyecto vivo, también, participado, que esté abierto y que ofrezca su día a día y lo aprendido para todos, basado en una concepción de la creación como riqueza compartida.”
Dentro de estas escuelas diferentes están las organizadas por la fuerza del corazón, al menos es lo que se deja entrever en el relato de Alfredo al decir sobre centro del “Jubilar” en Montevideo, Uruguay “…la fuerza de su ex director, Gonzalo Aemilius, la iniciativa de escolarizar a los padres de los alumnos para terminar con el fracaso escolar, la fuerza de la comunidad que ha sacado adelante a cientos de alumnos que antes de ese colegio oficialmente estaban fuera del sistema y después del colegio llegan a la universidad…”
En este relato, es notable la importancia del amor para alcanzar la viabilidad de los proyectos. Y sobre el amor es interesante mencionar aquí la experiencia vivida por Alfredo sobre la Asociación Alianza Educativa, quien tiene sus objetivos puestos en las altas expectativas de sus estudiantes. Según lo relatado en la página Escuela 21, está conformada “… por un equipo de profesores y directores de los colegios privados San Carlos, Nueva Granada y Los Nogales, con el apoyo de la Universidad de los Andes, quienes decidieron participar en la concesión de varias escuelas localizadas en las zonas más pobres de Bogotá (Colombia)…” Es decir, que un conjunto de escuelas privadas (las antes mencionadas) se interesaron en gestionar escuelas de las regiones más pobres de Bogotá, con grandes dificultades y tasas de abandono escolar altísimas con el sólo beneficio de “…transformar la sociedad replicando el modelo pedagógico que tan buenos resultados había generado en los colegios privados…” (En las escuelas de la Alianza Educativa, nueve de cada diez alumnos finalizan el bachillerato).
Dicho modelo, “no dependen de elementos cuantitativos, como los recursos físicos y económicos, sino en cambios cualitativos, los referentes a la metodología que, día a día, ocurre en el aula… Cuenta con una buena capacitación y el seguimiento de sus profesores durante todo el año…. Ha apostado por el aprendizaje cooperativo y por diversificar las herramientas de evaluación. A demás trabaja con el modelo de ajedrez en el aula, con el programa de debates escolares de Naciones Unidas y con el programa para jóvenes científicos Le main à la pâte, impulsado por el Premio Nobel de Física, el francés Georges Charpak…”
Estas propuestas nos permiten pensar el cambio desde dentro de las aulas y no esperar que el cambio nos venga dado desde fuera de las escuelas.
Fuentes:
“…La mente pone las ideas, el corazón la emoción y el hígado el impulso para concretar el proyecto… Si estos tres eslabones no están presentes, podemos plasmar las ideas pero no concretarlas ni darles emoción, si tenemos emoción o “ganas” de concretar un proyecto pero no poseemos ideas es imposible concretarlo, y si tenemos impulso y fuerzas para llevar adelante un proyecto pero carecemos de éste por falta de ideas y emoción, fracasamos…”
La frese me permite dar pie al proyecto llevado a cabo por escuela 21, representado por Alfredo Hernando quién continúa con su viaje por el mundo en busca de escuelas innovadoras. Este educador e investigador tiene la fehaciente idea de “… mostrar que es posible construir escuelas diferentes, que hay muchas escuelas en todo el mundo que están ofreciendo un modelo educativo más activo y centrado en el alumno, que todo eso que escuchamos no es teoría, sino que está vivo y hacerlo, al mismo tiempo, gracias a un proyecto vivo, también, participado, que esté abierto y que ofrezca su día a día y lo aprendido para todos, basado en una concepción de la creación como riqueza compartida.”
Dentro de estas escuelas diferentes están las organizadas por la fuerza del corazón, al menos es lo que se deja entrever en el relato de Alfredo al decir sobre centro del “Jubilar” en Montevideo, Uruguay “…la fuerza de su ex director, Gonzalo Aemilius, la iniciativa de escolarizar a los padres de los alumnos para terminar con el fracaso escolar, la fuerza de la comunidad que ha sacado adelante a cientos de alumnos que antes de ese colegio oficialmente estaban fuera del sistema y después del colegio llegan a la universidad…”
En este relato, es notable la importancia del amor para alcanzar la viabilidad de los proyectos. Y sobre el amor es interesante mencionar aquí la experiencia vivida por Alfredo sobre la Asociación Alianza Educativa, quien tiene sus objetivos puestos en las altas expectativas de sus estudiantes. Según lo relatado en la página Escuela 21, está conformada “… por un equipo de profesores y directores de los colegios privados San Carlos, Nueva Granada y Los Nogales, con el apoyo de la Universidad de los Andes, quienes decidieron participar en la concesión de varias escuelas localizadas en las zonas más pobres de Bogotá (Colombia)…” Es decir, que un conjunto de escuelas privadas (las antes mencionadas) se interesaron en gestionar escuelas de las regiones más pobres de Bogotá, con grandes dificultades y tasas de abandono escolar altísimas con el sólo beneficio de “…transformar la sociedad replicando el modelo pedagógico que tan buenos resultados había generado en los colegios privados…” (En las escuelas de la Alianza Educativa, nueve de cada diez alumnos finalizan el bachillerato).
Dicho modelo, “no dependen de elementos cuantitativos, como los recursos físicos y económicos, sino en cambios cualitativos, los referentes a la metodología que, día a día, ocurre en el aula… Cuenta con una buena capacitación y el seguimiento de sus profesores durante todo el año…. Ha apostado por el aprendizaje cooperativo y por diversificar las herramientas de evaluación. A demás trabaja con el modelo de ajedrez en el aula, con el programa de debates escolares de Naciones Unidas y con el programa para jóvenes científicos Le main à la pâte, impulsado por el Premio Nobel de Física, el francés Georges Charpak…”
Estas propuestas nos permiten pensar el cambio desde dentro de las aulas y no esperar que el cambio nos venga dado desde fuera de las escuelas.
Fuentes:
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