La adolescencia es una etapa de grandes cambios y exploración personal. Los jóvenes comienzan a cuestionarse su propia existencia, el sentido de la vida y lo que vendrá después de la muerte. Esta preocupación existencial es normal, aunque a menudo causa ansiedad.
Según los expertos, reflexionar sobre estos temas profundos ayuda a los adolescentes a formar su identidad y sistema de valores. Sin embargo, demasiada introspección también puede ser contraproducente o abrumadora. Algunos adolescentes quedan atrapados pensando en la mortalidad y el más allá, otros adoptan comportamientos de riesgo como una forma de probarse a sí mismos.
Es importante que los padres y educadores mantengan un diálogo abierto con los jóvenes sobre sus inquietudes existenciales. Pueden ayudarlos a encontrar un equilibrio sano, sin evitar las preguntas difíciles pero tampoco obsesionándose con ellas. También es útil conectar estas preocupaciones con metas prácticas o contribuciones positivas que el joven puede hacer durante su vida.
Actividades como el voluntariado, la expresión creativa o pasar tiempo en la naturaleza, pueden ayudar a aliviar la ansiedad existencial. Los adolescentes necesitan sentir que tienen un propósito y que están creciendo hacia algo significativo. Cultivar la espiritualidad, la gratitud o las relaciones cercanas también da una sensación de trascendencia que contrarresta el miedo a la muerte.
Con motivación, orientación y apoyo emocional, los jóvenes pueden atravesar esta etapa inquisitiva y usarla para encontrarle un sentido más profundo a la existencia. La preocupación por la vida y la muerte inevitablemente disminuirá a medida que consoliden su identidad y crezcan en madurez.
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