En la actualidad asistimos a la peor crisis
sanitaria de la historia, el avance del covid 19 a escala mundial sin dudas
tendrá impacto en la subjetividad de todo los ciudadanos de la República Argentina,
será una experiencia que habilitara el tiempo del pensamiento, la reflexión y
el conocimiento. Sin embargo, mientras leo las noticias a través de mi teléfono
celular, escucho las recomendaciones sanitarias a través de la radio y observo la
pantalla del televisor con cifras desorbitantes sobre la tragedia en países
como España, Italia y EE.UU. No puedo evitar pensar, ¿qué será de la educación
escolar?, ¿Será el tiempo en el que las nuevas tecnologías copen el espacio
escolar y más que su aliado se presente como alternativa para quedarse?, ¿ Será
necesario un docente para proponer conocimientos a un número limitado de
alumnos en un espacio reducido, llamado salón de clases? O en su lugar, ¿podrá
un medio masivo generar las condiciones educativas para que haya aprendizaje?
En tiempos de coronavirus, las clases se suspenden y
se opta por la conectividad como espacio virtual alternativo para acceder al
conocimiento y el saber socialmente valorado, una alternativa efectiva para
quienes pueden entrar al espacio de la virtualidad y formar parte de la conectividad.
Sin embargo, esta virtualidad genera desigualdad, ya que mientras unos continúan
aprendiendo conectados otros permanecen en la barrialidad, es decir, identificados
con su contexto más próximo donde un horizonte de diferencia no es posible.
Seguramente, este aspecto de la virtualidad y la barrialidad tendrá vectores
positivos y otros negativos. En el lado de la barrialidad, nos encontramos con
niños, niñas y jóvenes conectados con sus familias, compartiendo momentos que
en otras oportunidades no podían por la vorágine del acontecer diario (escuela,
trabajo, changas, juntada entre adultos, conflictividad social, violencia),
conectados con la emotividad y la pertenencia familiar. Sin embargo,
desconectados de la otredad, la diferencia, el mundo de la interferencia donde
se necesita negociar y renunciar para convivir y aprender. En
cambio, en el lado de la virtualidad, los conectados con las propuestas escolares
o las alternativas que brinda las tecnologías de la información y la comunicación,
se desconectan de su familiaridad y se interconectan e intactúan en la
virtualidad, la otredad, un espacio de diferenciación donde se sigue
aprendiendo y ampliando la brecha del saber y las oportunidades.
En este interjuego entre estar conectado y
desconectado todos ganan y pierden pero algunos pierden oportunidades para
significar otra cosa, salir de la perpetuidad del destino marcado por la
barrialidad. En este punto, me indago, la escuela ¿qué lugar ocupa?, ¿los
maestros y profesores son necesarios en un contexto de virtualidad?, ¿Cómo instalar
la otredad en los niños, niñas y jóvenes inmersos en la familiaridad?
Torres, Luciano
Nicolás
desigualdad escolar en tiempos de escuela virtual por Torres Luciano Nicolás se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://aprendizajepoderoso.blogspot.com/2020/03/desigualdad-escolar-en-tiempos-de.html.
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